lunes, julio 30, 2007

Distinguiendo entre ciencia y pseudociencia


Ya en una anterior entrada me referí al trabajo del físico Mario Bunge, quien se ha dedicado a la filosofía de la ciencia. Mencioné en esa entrada que para saber si lo que se nos ofrece es el producto genuino: la ciencia, y no su burda imitación: la pseudociencia, debemos aprender a distinguirlas. En dicha entrada resumí la caracterización que Bunge hace de ambas en su libro “Seudociencia e Ideología” (publicado por Alianza Editorial).

En esta entrada veremos lo que al respecto nos dice en su libro La investigación científica (publicado por Siglo XXI editores).

Se trata del primer capítulo, mismo que se titula El enfoque científico y que está dividido en seis partes.

En éste Bunge explica qué es la ciencia (esto es, en qué consiste el enfoque científico), cuál es su objetivo y su método. Establece las diferencias entre el método científico y las técnicas científicas, entre ciencias factuales y formales, entre ciencia pura y ciencia aplicada, y -lo que es de mayor interés para este blog- entre ciencia y pseudociencia.

Las siguientes líneas son un breve resumen de lo expuesto por Bunge.


El conocimiento científico

En la primera parte Mario Bunge explica las diferencias entre el conocimiento ordinario y el conocimiento científico.

Bunge expone que es imposible plantear una pregunta fuera de algún tipo de conocimiento, de ahí que toda investigación tenga como punto de partida alguno de los dos siguientes tipos de conocimiento: el ordinario o el científico. El conocimiento científico, aunque pueda partir del conocimiento ordinario, termina superándolo.

El conocimiento científico y el conocimiento ordinario (buen sentido o sentido común) comparten ciertas características (ambos aspiran a ser racionales y objetivos: son críticos y aspiran a coherencia, e intentan adaptarse a los hechos en vez de permitirse especulaciones sin control).

¿Qué los distingue?

La ciencia tiene como ideal de racionalidad “la sistematización coherente de enunciados fundados y contrastables”, este ideal se consigue mediante teorías; el conocimiento común sólo acumula “piezas de información laxamente vinculadas.”

Para lograr la construcción de imágenes de la realidad que sean verdaderas e impersonales deben rebasarse “los estrechos límites de la vida cotidiana y de la experiencia privada, abandonando el punto de vista antropocéntrico, formulando las hipótesis de la existencia de objetos físicos más allá de nuestras pobres y caóticas impresiones, y contrastando tales supuestos por medio de la experiencia intersubjetiva (transpersonal) planeada e interpretada con la ayuda de teorías. El sentido común no puede conseguir más que una objetividad limitada porque está demasiado estrechamente vinculado a la percepción y a la acción, y cuando las rebasa lo hace a menudo en forma de mito: sólo la ciencia inventa teorías que, aunque no se limitan a condensar nuestras experiencias, pueden contrastarse con ésta para ser verificadas o falseadas.”

Bunge señala que ambos tipos de conocimiento comparten el naturalismo, esto quiere decir que ambos rechazan entidades y fuentes de conocimiento no naturales. “Pero el sentido común, reticente como es ante lo inobservable, ha tenido a veces un efecto paralizador de la imaginación científica. La ciencia, por su parte no teme a las entidades inobservables que sostiene hipotéticamente, siempre que el conjunto hipotético pueda mantenerse bajo su control: la ciencia, en efecto, tiene medios muy peculiares (pero nada esotéricos ni infalibles) para someter a contraste o prueba dichos supuestos.”

¿Qué hace que el conocimiento científico sea superior al conocimiento ordinario?

No los objetos, temas o sustancias de los que se ocupan (que pueden ser los mismos) sino la forma en que los abordan, y el objetivo. La ciencia, para alcanzar su objetivo, emplea el llamado “método científico”. Así, esta parte termina con la frase siguiente: “El enfoque científico, pues, está constituido por el método científico y por el objetivo de la ciencia.


Cuestión de método
(donde no hay método científico no hay ciencia)


¿Qué es el método científico? Ese es el tema de la segunda parte.

Bunge comienza explicando lo que se debe entender por método: “Un método es un procedimiento para tratar un conjunto de problemas. Cada clase de problemas requiere un conjunto de métodos o técnicas especiales. Los problemas del conocimiento, a diferencia de los del lenguaje o los de la acción, requieren la invención o la aplicación de procedimientos especiales adecuados para los varios estadios del tratamiento de los problemas, desde el mero enunciado de éstos hasta el control de las soluciones propuestas.”

Bunge distingue entre el método general de la ciencia y los métodos o técnicas especiales para abordar ciertos problemas o cuestiones.

El método general “es un procedimiento que se aplica al ciclo entero de la investigación en el marco de cada problema de conocimiento.”, mientras que los métodos especiales se usan dependiendo del problema específico que se aborda: “Cada método especial de la ciencia es, pues, relevante para algún estadio particular de la investigación científica de problemas de cierto tipo.”

A continuación Bunge menciona qué pasos podría tener el método científico, escribo “podría tener” porque el autor explica que no se trata de una lista de pasos que pueda considerarse agotada o infalible; además el filósofo explica que estas reglas no son suficientes para hacer ciencia (“si lo fueran, como han supuesto algunos filósofos, todo el mundo podría llevar a cabo con éxito, investigaciones científicas, y las máquinas de calcular podrían convertirse en investigadores...”).

Bunge examina un ejemplo de problema y va explicando cómo podría abordarse, entonces distingue una serie ordenada de operaciones. He aquí la serie:

1. Enunciar preguntas bien formuladas y verosímilmente fecundas.
2. Arbitrar conjeturas, fundadas y contrastables con la experiencia, para contestar a las preguntas.
3. Derivar consecuencias lógicas de las conjeturas.
4. Arbitrar técnicas para someter las conjeturas a contrastación.
5. Someter a su vez a contrastación esas técnicas para comprobar su relevancia y la fe que merecen.
6. Llevar a cabo la contrastación e interpretar sus resultados.
7. Estimar la pretensión de verdad de las conjeturas y la fidelidad de las técnicas.
8. Determinar los dominios en los cuales valen las conjeturas y las técnicas, y formular los nuevos problemas originados por la investigación.

Bunge menciona que una prueba del funcionamiento del método científico es que da resultados, pero esa es una justificación pragmática, como filósofo le gustaría encontrar una justificación teórica. Al final menciona que tal vez la única regla de oro del trabajo científico es: “Audacia en el conjeturar, rigurosa prudencia en el someter a contrastación las conjeturas.”


Método científico y técnicas científicas

El método científico se usa en un ciclo completo de investigación y no depende del tema abordado, pero para afrontar algunos temas puede ser necesario usar técnicas específicas (esas técnicas no siempre pueden trasladarse de un campo a otro), esas técnicas también dependerán del estado del conocimiento respecto del tema en cuestión; es de lo que trata esta tercera parte.

El autor distingue entre técnicas conceptuales y empíricas. Las primeras “permiten enunciar de un modo preciso problemas y conjeturas de cierto tipo, así como los procedimientos (algoritmos) para deducir consecuencias a partir de las hipótesis y para comprobar si la hipótesis propuesta resuelve los problemas correspondientes”. Las segundas permiten arbitrar experimentos, llevar a cabo mediciones, y la construcción de instrumentos para registrar y elaborar los datos.

Añade que “El dominio de la mayor parte de esas técnicas es una cuestión de adiestramiento: el talento hace falta para aplicar técnicas conocidas a problemas de tipo nuevo, para criticar las técnicas conocidas y, particularmente, para inventar otras mejores.”

Como vimos, las técnicas se usan para abordar problemas específicos, pero Bunge menciona que existen técnicas casi-universales, éstas “aunque no son tan universales como el método general de la ciencia, son aplicables a cierto número de campos diversos”.

Menciona y explica tres de esas técnicas: el cuestionario ramificado, los procedimientos iterativos y el muestreo al azar.


Ciencias formales y fácticas

La cuarta parte comienza con tres afirmaciones (que se desprenden de lo visto anteriormente): el método científico trata problemas intelectuales , de ahí que pueda ser usado en todos los campos del conocimiento (afirmación interesante para la filosofía); las técnicas especiales dependen del objeto de estudio; y las ciencias se diferencian por sus objetos de estudio y por las técnicas que emplean, pero todas ellas se unifican en cuanto a que todas usan el método científico.

Bunge divide a las ciencias en formales (se refieren a las fórmulas analíticas, es decir, “a fórmulas que pueden convalidarse por medio del mero análisis racional, como las matemáticas y la lógica) y fácticas (estudian hechos, como la física, la química o la biología). En esto no me extenderé. Al final aparece un diagrama en el que Bunge propone una división de las ciencias.


Ciencia vs. Mitología

En la quinta parte comienza ocupándose de la diferencia entre ciencia pura y ciencia aplicada (y tecnología).

“Los métodos son medios arbitrarios para alcanzar ciertos fines. ¿Para qué fines se emplean el método científico y las varias técnicas de la ciencia? En primer lugar, para incrementar nuestro conocimiento (objetivo intrínseco, o cognitivo); en sentido derivativo, para aumentar nuestro bienestar y nuestro poder (objetivos extrínsecos o utilitarios). Si se persigue un fin puramente cognitivo, se obtiene ciencia pura; si la finalidad a largo plazo es utilitaria, resulta ciencia aplicada; y si la meta es utilitaria a corto plazo, se hace técnica (o tecnología, por emplear un anglicismo). Pero las tres emplean el mismo método, y los hallazgos de cualquiera de ellas pueden utilizarse en las otras dos. Sin embargo, hay una importante diferencia moral entre estos campos: en tanto que la ciencia básica es inofensiva, la ciencia aplicada y la técnica pueden ser dañinas.”

Así, pues, en cuanto a las metas divide a la ciencia en básica y aplicada. Las principales ramas de la técnica contemporánea son: técnicas físicas, químicas, biológicas, sociales y de conocimiento.

Menciona el objetivo de la ciencia fáctica: “establecer mapas de las estructuras (leyes) de los varios dominios fácticos. La reconstrucción conceptual de una estructura objetiva es una ley científica (como la ley de inercia); un sistema de tales enunciados legaliformes es una teoría científica (como la teoría newtoniana del movimiento). Más que una cosmografía, pues, la ciencia factual es una cosmología: una reconstrucción conceptual de las estructuras objetivas de acontecimientos, tanto de los actuales cuanto de los posibles, con lo que se posibilita la comprensión y la precisión de los mismos y, con ello, su control tecnológico.” En otros capítulos se ocupa Bunge de leyes y teorías científicas.

Estas definiciones le permiten distinguir entre ciencia embrionaria o protociencia y especulación acientífica. Escribe Bunge: “Cuando las técnicas científicas se aplican a la consecución de datos sin hallar estructuras generales se consigue ciencia embrionaria, protociencia. Y cuando el objetivo perseguido es el de la ciencia madura, pero en cambio no se utilizan su método ni sus técnicas, se trata de especulación acientífica, ya en forma de filosofía de la naturaleza, ya en la de metafísica tradicional...”

De forma que: “no existe ciencia propiamente dicha a menos que el método científico se utilice para alcanzar el objetivo de la ciencia, la construcción de imágenes teoréticas de la realidad, y esencialmente de su tejido de leyes. La investigación científica es, dicho brevemente, la búsqueda de estructuras.”

Pero los mitos rivalizan con la ciencia. Si la ciencia “tiende a construir reproducciones conceptuales de las estructuras de los hechos, o sea, teorías fácticas.”, resulta que la mitología también nos da una imagen del mundo y hasta pretende mostrarnos cómo dominarlo (mediante rituales, por ejemplo). ¿Por qué elegir ciencia y no mitología?

La pregunta anterior le lleva a hacer consideraciones acerca del concepto de “verdad” en ciencia. Al estudiar la historia de la ciencia podemos percatarnos de que la ciencia nunca logra alcanzar la verdad completa, ¿de ahí podemos concluir que mitología y ciencia valen por igual? Bunge responde:

“La ciencia no pretende ser verdadera, ni, por tanto, final e incorregible, cierta, como, en cambio, hace la mitología. Lo que afirma la ciencia es (i) que es más verdadera que cualquier modelo no científico del mundo, (ii) que es capaz de probar, sometiéndola a contrastación empírica, esa pretensión de verdad, (iii) que es capaz de descubrir sus propias deficiencias, y (iv) que es capaz de corregir sus propias deficiencias, o sea, de construir representaciones parciales de las estructuras del mundo que sean más adecuadas. No hay ninguna especulación extracientífica que sea tan modesta y que, sin embargo, dé tanto de sí.”

La ciencia avanza corrigiendo sus reconstrucciones de la realidad mediante su método. Las especulaciones no-científicas acerca de la realidad plantean problemas con presupuestos falsos o insostenibles; en lugar de proponer hipótesis, presentan tesis no fundamentadas e incontrastables, y medios incontrolables para averiguar su verdad (revelación, por ejemplo); apelan a la autoridad en lugar de trazar contrastaciones objetivas de sus tesis y de sus supuestas fuentes de conocimiento; en lugar de contrastar sus tesis con nuevos resultados empíricos, ilustran sus concepciones no para contrastar sino para persuadir (ocultan la evidencia negativa); la investigación científica va suministrando nuevos problemas, las especulaciones no científicas tratan de terminar con las investigaciones, pues tienen como objetivo dar respuestas a toda cuestión.

Después de ver las anteriores diferencias entre ciencia y las especulaciones no científicas, escribe nuevamente sobre el objetivo de la ciencia: “el perfeccionamiento continuo de sus principales productos (las teorías) y medios (las técnicas), así como la sujeción de territorios cada vez mayores a su poder.”; y entonces se pregunta cuáles son los límites de la ciencia, esto es: ¿hay problemas imposibles de abordar con el método científico? A esto responde:

“Una estimación realista podría ser la siguiente. En primer lugar, podemos esperar que todo problema cognoscitivo resultará ser parcialmente resoluble o irresoluble con los medios (métodos especiales), los datos de que dispone la ciencia en cada momento determinado. En segundo lugar, no se ha hallado nunca un método más poderoso que el de la ciencia, y todo esfuerzo en tal sentido que se haya visto coronado por el éxito ha resultado ser un perfeccionamiento del método científico; en particular, los intentos de captar la realidad directamente, sin elaboración alguna (o sea, por percepción directa, por simpatía o por pura especulación), han fracasado sin excepción, y, por si fuera poco, la ciencia puede explicar por qué tenían que fracasar necesariamente, a saber, porque muchos, la mayoría de los hechos, están más allá de la experiencia y, consiguientemente, tienen que ser objeto de hipótesis, no de intuición directa. En tercer lugar, el método científico y las técnicas especiales que lo complementan no son nada concluso: han ido evolucionando a partir de precedentes más rudimentarios y tendrán que perfeccionarse si queremos obtener resultados mejores. En cuarto lugar, como lo peculiar a la ciencia no es un objeto determinado (un conjunto de problemas determinado), sino más bien un planteamiento preciso (un método y un objetivo), cualquier cosa se convierte en tema científico, en objeto de la investigación científica, en cuanto que se trata con el método de la ciencia y para alcanzar el objetivo de ésta, aunque ese tratamiento no tenga éxito. En resolución: no podemos ni deseamos garantizar el éxito del enfoque científico de problemas de conocimiento de cualquier género: la ciencia no es una panacea; nuestra afirmación, más modesta, es que el enfoque científico resulta ser el mejor de que disponemos.”

Posteriormente escribe acerca de las investigaciones sobre la ciencia, éstas pueden ser internas (lógica de la ciencia, metodología de la ciencia y filosofía de la ciencia) y externas (psicología de la ciencia, sociología y antropología de la ciencia, e historia de la ciencia). Los dos últimos temas son: 1. La posibilidad de que el hombre pueda ser objeto de estudio: ¿Qué aspectos del ser humano pueden estudiarse científicamente?, y 2. Los beneficios de adoptar una actitud científica.


Pseudociencias

En la sexta y última parte del capítulo escribe acerca de las llamadas pseudociencias, anota Bunge (al final del apartado anterior): “la pseudociencia ocupa en la cultura urbana popular contemporánea una posición análoga a la que ocupa la ciencia en la cultura superior.”

Primero muestra cómo se relaciona la ciencia con el conocimiento técnico, la protociencia y la pseudociencia.

Sobre la relación entre la ciencia y la pseudociencia afirma que de una pseudociencia puede nacer una ciencia, y que una teoría científica que se ha convertido en dogma (deja de corregirse a sí misma) puede convertirse en pseudociencia.

Cuatro características de la pseudociencia son:

1. Se niega a fundamentar sus doctrinas (de hecho, no puede hacerlo).
2. Se niega a someter a contraste sus doctrinas mediante experimentación (gran parte de la pseudociencia es incontrastable).
3. Carece de mecanismo autocorrector. Anota el autor: “no puede aprender nada ni de una nueva información empírica (pues se la traga sin digerirla), ni de nuevos descubrimientos científicos (pues los desprecia), ni de la crítica científica (pues la rechaza con indignación). La pseudociencia no puede progresar porque se las arregla para interpretar cada fracaso como una confirmación, y cada crítica como si fuera un ataque. Las diferencias de opinión entre sectarios, cuando tales se producen, dan lugar a la fragmentación de la secta, y no a su progreso.”
4. Su objetivo no es establecer, contrastar y corregir sistemas de hipótesis (teorías) que reproduzcan la realidad, “sino influir en las cosas y en los seres humanos: como la magia y como la tecnología, la pseudociencia tiene un objetivo primariamente práctico, no cognitivo, pero, a diferencia de la magia, se presenta ella misma como ciencia y, a diferencia de la tecnología, no goza del fundamento que da a ésta la ciencia.”

Menciona y analiza tres ejemplos: la rabdomancia, la parapsicología y el psicoanálisis. Sobre estas pseudociencias sólo mencionaré que Bunge señala que sus tesis y técnicas no están fundamentadas en el conocimiento científico, las propuestas que hacen no son contrastables, los experimentos que realizan son metodológicamente inaceptables, algunos de esos experimentos son irrepetibles, aplican mal la estadística, ignoran las evidencias en contra de sus propuestas, etc.

¿Por qué estudiar las pseudociencias? Ese estudio puede ayudar a las ciencias jóvenes a eliminar creencias pseudocientíficas, también puede ayudar a la gente a ser crítica, y puede servir al estudio interno de la ciencia (metaciencia).

¿Por qué otras razones estudiarlas? Porque podría haber algo de verdad en ellas, y también porque podríamos comprender la actitud social ante ellas: “¿cuáles son los mecanismos psíquicos y sociales que han permitido sobrevivir hasta la edad atómica supersticiones arcaicas, como la fe en la profecía y la fe en que los sueños dicen la verdad oculta? ¿Por qué no se desvanecen las supersticiones y sus exuberantes desarrollos, las pseudociencias, en cuanto se demuestra la falsedad de su lógica, de su metodología demasiado ingenua o maliciosa, y de sus tesis, incompatibles con los mejores datos y las mejores teorías de que dispone la ciencia?”

6 comentarios:

Anónimo dijo...

tu descripcion y explicacion hacerca del libro "la investigacion Cientifica" de Mario Bunge, es exelente, esta muy bien comprimida en los ambitos conceptuales...las definiciones son ezactas, es perfecto..

Anónimo dijo...

Eres genial
Eso es exactamente, tu capacidad de sintesis es muy buena , es realmente el meollo del asunto. a mi el libro me encantó, hasta tiene partes graciosas, sobre todo en lo de pseudociencias.

Martín Fragoso dijo...

Gracias por sus comentarios. Estudié el texto en una materia llamada "Conocimiento y argumentación". Me gustó el texto, pero no a algunos de mis compañeros. Algunos se disgustaron por las críticas de Bunge al psicoanálisis, les cayó mal, y como el texto requiere de un cierto esfuerzo para seguirlo, peor. Supongo que esos compañeros no volverán a leer a Mario Bunge.

Saludos.

Anónimo dijo...

Fuck!!! Pensé que el positivismo era cosa de la historia.

Argumentar a favor de Bunge, hoy en día, es como oir charleston en un rave.

Martín Fragoso dijo...

Hola razor.

No es exacto afirmar que Bunge es un positivista.

Por un lado hay muchos positivismos (Comte, J.S. Mill, el Círculo de Viena, la filosofía analítica desarrollada en latinoamérica -en México está el trabajo filosófico de Luis Villoro-, etc.).

El mismo Bunge afirma tener puntos en común con los positivistas, pero también les hace críticas.

Por otro lado, dentro de la epistemología, el trabajo de Bunge de ninguna forma resulta obsoleto. Bunge es un ejemplo de filósofo que hace su trabajo: pensar con rigor (lo cual no significa -obviamente- que sus tesis estén excentas de crítica).

Puedo estar de acuerdo con tu última afirmación ("Argumentar a favor de Bunge es como oir charleston en un rave") sólo si la interpreto de la siguiente forma:

Intentar hacer filosofía de forma seria y rigurosa está fuera de lugar cuando de lo que se trata es de "echar relajo" intelectual.

Saludos.

le dijo...

El libro de Bunge es importante. Aunque en la medida Bunge se equivoca, muchos de sus criterios no encajan para definir una pseudociencia. En pocas lineas Bunge se saca de la manga el listado de las características de la seudociencia. Sin olvidar mencionar el nulo aporte que hace de su crítica contra la parapsicología por ejemplo. No esque apoye a esta última, pero por favor Bunge afirmando que la parapsicología es dogmática?, que no buscan la crítica (por pavor es una de las disciplinas mas críticadas).
Bunge en varias obras no se considerara postivista, y como bien afirmas crítica algunos positivismos (como el conductismo de Skinner), pero el hecho de alguien diga que no es tal cosa, no significa que no lo sea por que Bunge lo demuestra claramente. Bunge no se fundamenta mas que en pocas visiones o pocos datos. No se molesta siquiera en revisar la bibliografía amplia, sino que se queda en lo que le dicen o lo poco que busca.
En fin, tenga los mil doctorados honoris causa, con este libro y el otro de: la pseudociencia vaya timo, no son mas que libros demagogos.