viernes, marzo 30, 2007

Los charlatanes Jaime Maussán, Carlos Trejo y “Madam Sazu” son considerados científicos en México


Maussán, científico, es el título de un mensaje que Diego Zúñiga (quien era uno de los responsables de la revista La Nave de los Locos y que actualmente está a cargo del blog del mismo nombre) envió el día de ayer a la lista de la Fundación Anomalía. En su mensaje Zúñiga ponía un enlace al periódico El Universal.

En un artículo escrito por Cinthya Sánchez nos enteramos de los resultados de una encuesta realizada en el año 2005 por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Se trata de la Encuesta Nacional sobre Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología en México (“aplicada a más de 100 mil habitantes de 32 ciudades de la República Mexicana”).

¿Qué revela la encuesta? Que la mayor parte de los mexicanos no puede distinguir entre ciencia y pseudociencia.

Uno de los primeros párrafos dice:

“La mayoría de la población cree que los adivinadores y los llamados investigadores de los fenómenos ovni o paranormales pertenecen al mundo de la ciencia, de acuerdo con una encuesta.”

De ahí que más adelante escriban que muchas personas consideren como científicos a ciertos farsantes:

“La astróloga Madam Sazú, el investigador del fenómeno ovni Jaime Maussán y el estudioso de lo paranormal Carlos Trejo, El cazafantasmas son considerados científicos para la mayoría de la población, pues seis de cada 10 mexicanos piensa que la astrología es una ciencia y casi la mitad de las personas define en este mismo rubro a la parasicología.”

La encuesta muestra lo que los ciudadanos piensan acerca de la astrología, las cartas astrales, los “números de la suerte”, las pseudomedicinas, los “fenómenos paranormales” y los ovnis. Ya en otra entrada hice referencia a otra encuesta que muestra resultados similares.

Jaime Maussán y Carlos Trejo no pasan de ser charlatanes, la astrología simplemente no funciona... Y no estoy haciendo afirmaciones gratuitas, existen los datos que demuestran lo dicho, y éstos pueden ser consultados en algunos de los sitios que están en los enlaces de este blog.

¿Cuál es la responsabilidad de la TV en este asunto? En la nota leemos:

“casi el total de la población mexicana ve televisión, sólo 4.8% no lo hace y la mayor parte de las personas se enteran de temas científicos o tecnológicos por medio de ella, y en segundo y tercer lugar por la radio y los periódicos. Por ejemplo, saben que la afirmación de que ‘fumar es causa de cáncer’ es verdadera porque lo dice la televisión.”

La televisión es un medio en el que constantemente se miente al tratar temas como fantasmas, ovnis, poderes paranormales, etc. Me asombra la forma en que babean los conductores de TV cuando están frente a Maussán y Trejo. Es increíble que estos dos “expertos en lo insólito” sigan teniendo alguna credibilidad con la gran cantidad de información que los muestra como los charlatanes que realmente son... Bueno, si pensamos en los resultados de la encuesta, en realidad no es increíble.

Citamos nuevamente lo escrito en El Universal: “muchas de estas percepciones se deben a la influencia de los medios de comunicación, los cuales difunden como reales los poderes síquicos de algunas personas, la existencia de objetos voladores no identificados (ovni) y la suerte que poseen ciertos números.”

El editorial de El Universal terminaba con estas palabras:

"El reto en México para todos científicos, maestros, comunicadores, todos, es hacer de lo importante algo interesante para que la ciencia sea (Mario) Molina y no Maussán."

Y el reto también va para quienes nos interesamos en difundir el pensamiento crítico.

Esta encuesta, más allá de hacernos pensar que desenmascarar charlatanes es una causa perdida (eso de que Maussán y Trejo sean considerados científicos es capaz de desanimar a cualquiera), nos debe hacer reflexionar sobre cómo hacer para presentar el escepticismo de forma interesante y atractiva (en el sitio de The Skeptics Society se afirma que algunas personas confunden “escéptico” con “cínico”, es una de las cosas que deben modificarse).

Hay mucho trabajo por hacer...

jueves, marzo 29, 2007

He subido la versión 5.13 de Marcos 16:15

En esta versión (que seguramente no será la última) Kev tiene una participación mayor.

Sí, sé que sólo yo me entiendo...

viernes, marzo 02, 2007

Ya anteriormente publicamos el artículo que Héctor Escobar escribiera sobre "el OVNI del eclipse", agradecemos su permiso para publicar su material, en esta ocasión se trata de la primera parte de su breve recuento del "fenómeno OVNI" en México.

Breve historia de la ufología mexicana
(Primera parte)
Por Héctor Escobar



A diferencia de muchos otros países en donde el fenómeno OVNI ha tomado un amplio arraigo en los medios y en la cultura, llegando a establecerse grupos de investigadores más o menos organizados como son los Estados Unidos con el NICAP, la APRO, el CUFOS, y el MUFON; o España con el CEI y más recientemente con el colectivo de Cuadernos de Ufología y la Fundación Anomalía, etc. La ufología mexicana ha carecido desde sus inicios de grupos de este orden. Incluso es difícil establecer la existencia de investigadores más o menos serios o de algo que pueda llamarse una ufología mexicana. Por el contrario el auge de sociedades o grupos contactados ha sido bastante amplio, con una organización y estructura que envidiarían muchos grupos ufológicos. Este hecho ¿sorprendente?, nos muestra muy claramente el estado de lo que ha sido la ufología mexicana.

Aparecen los platos

“Pobrecito México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Así se expresaba a principios de este siglo el dictador Porfirio Díaz sobre la relación México-EE.UU. Los platos voladores nacieron en los EE.UU. y de ahí nos invadieron. En la prensa mexicana las primeras noticias no aparecen sino hasta 1948 en los periódicos La Prensa y Últimas Noticias y son en su mayor parte notas provenientes de los EE.UU. El tema no aparece fuertemente en los medios sino hasta la oleada de 1950, durante el mes de marzo, y posteriormente el affaire de la mosca dorada en agosto del mismo año, en todos estos casos la influencia de los reportes norteamericanos es enormemente marcada.

El primer contactado

En México ven la luz durante esta primera década ediciones en español de algunos libros que posteriormente se volverían clásicos como El caso de los OVNI de Morris K. Jessup (1955), publicado por Populibros La Prensa y posteriormente Platos voladores de otros mundos de Donald Keyhoe también de Populibros (1955). El tema de la visita extraterrestre se empieza a hacer cada vez más atractivo para los mass media de modo que los relatos de George Adamsky y los venusinos adquieren muchos partidarios. Aparecen en esta línea algunos de los primeros trabajos de mexicanos sobre el tema, como Platos voladores del espacio de Ismael Diego Pérez, libros en los cuales la fantasía y la fe ciega de los autores en lo que dice Adamsky no puede dejar de llamarnos la atención. Estos autores, en su mayoría procedentes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM conformarían la primera generación de interesados en el fenómeno OVNI.

Como Adamsky tuvo tanto éxito, los mexicanos no podíamos ser menos y en los años 60, el taxista Salvador Villanueva aprovechó el éxito del vendedor de hot dogs y afirmó también haber hecho contacto con venusinos en 1953. Villanueva fue más lejos que Adamsky y afirmó haber ido él mismo al planeta Venus a bordo de un plato volador; todo esto lo narra ampliamente en su libro Yo estuve en el planeta Venus, también conocido como Hablemos de Venus, cuyo éxito fue inmediato y conoció numerosas ediciones, tanto en español como en otros idiomas. Incluso, se comenta, que se propuso a Villanueva hacer una película basada en su libro. En este trabajo, Villanueva da vuelo a su imaginación describiendo el planeta Venus, sus habitantes y sus costumbres. Desgraciadamente para Adamsky, Villanueva, Menger y demás cuates de los venusinos, pocos años después las sondas soviéticas Venera descubrirían que Venus era un infierno de azufre y gas carbónico y no el paraíso tropical pletórico de mares y plantas que la ciencia ficción –barata- de la época planteaba. Hoy en día Villanueva –nada tonto- niega haber estado en Venus ofreciendo una versión más acorde, en la que aduce que seguramente fue hipnotizado por los seres extraterrestres para hacerle creer que viajó a otro planeta.

Buenos y malos

La década de los 50 popularizó así la idea de los platos voladores como naves de otros mundos. Benéficos extraterrestres, rubios y angelicales eran el prototipo de Adamsky y también de Villanueva así como de muchos contactados de la época como Siragusa, Angelucci, Menger, Berthurum, Fry y similares, idea que también se refleja en el cine de esos años, sobre todo en el clásico The day they stood the Earth (El día que paralizaron la tierra) de R. Wyse (1951) en donde aparece el prototipo de extraterrestre bueno y pacifista enviado al planeta Tierra a evitar la guerra atómica.

El clima de la guerra fría propició también filmes en los cuales los extraterrestres son generalmente invasores terribles como Earth vs. flying saucers (La tierra vs. los platillos voladores) de F. Sears (1955), Devil girls from Mars de D. McDonald (1955), Flying disc men from Mars de F. C Bannon (1958) o Invaders from Mars de W. Cameron (1953). Todo el macarthismo está presente en la idea de la invasión y el control mental; en esta última película incluso se maneja el tópico de las abducciones y los implantes que vuelven autómatas a los seres humanos, tan en boga hoy en día.

El cine mexicano también haría aparecer los platos voladores en la película del mismo nombre dirigida en 1955 por Julián Soler con las actuaciones del cómico Resortes y Evangelina Elizondo en tono de comedia ingenua. No falta aquí el edulcorado mensaje de paz, canciones como “Los marcianos llegaron ya” en ritmo de Cha Cha Cha, y por supuesto una potencia enemiga (inequívocamente llamada Trusia) que quiere apoderarse de los “extraterrestres”.

Este es el tono que toma el problema de los platos voladores en la década de los 50, algunos reportes aislados de México y notas más o menos dispersas referentes a casos estadounidenses y algunos de la oleada francesa de 1954. Sin embargo, fuera de la oleada de 1950 los reportes y el interés del público mexicano no son aún atraídos por la idea.

Aquí están

Muy distinta sería la siguiente década con un público inmerso totalmente en la hipótesis ET y los OVNIs ya claramente identificados con la mentalidad popular. México recibe así una gran cantidad de publicaciones sobre el tema, principalmente libros españoles y argentinos como el clásico de Antonio Rivera El gran enigma de los platillos volantes y OVNIS en Iberoamérica y España, Los desconocidos del espacio de Donald Keyhoe y muchos más; han llegado también a México algunas de las obras clásicas sobre el tema como Los misteriosos platillos volantes de Aimé Michel o Aparecen los marcianos de Michel Carroughes.

Así las cosas, a mediados de 1965 irrumpe una enorme oleada de informes de avistamientos, la famosa oleada de 1965 en la cual se desata una gran histeria. Los contactados que parecían ya olvidados, hicieron su agosto con todo tipo de predicciones, como aquella anunciada por televisión en el programa de Paco Malgesto, del desfile de OVNIs que habría en pleno centro de la ciudad para conmemorar el aniversario de la independencia de México el 16 de septiembre; huelga decir que dicho desfile jamás ocurrió. A esta “oleada” seguiría en agosto de 1967 un pequeño flap que sin embargo no llegó a calar en la conciencia colectiva, este flap pareció ser un reflejo de una de las grandes oleadas que sacudieron a los Estados Unidos en la misma fecha.

El cine mexicano incursiona nuevamente (y sin el menor éxito) en las tramas extraterrestres; así tenemos La nave de los monstruos de A. Zacarías con Viruta y Capulina (1967), Gigantes planetarios de A. Crevenna (1966), Arañas infernales (1966) de F. Curiel, Blue Demon y Las invasoras de G. Martínez Solares (1968), todas ellas de realización mediocre, autocomplacientes y con mínimos recursos tanto monetarios como cerebrales. Por su parte, los EE.UU. nos hacen llegar numerosas series en donde lo extraterrestre es la clave: Viaje a las estrellas (Star Trek) (1966-1969), Perdidos en el Espacio (Lost in Space) (1965-1968) y Los invasores (The invaders) (1967-1968). Otras series de la época como El túnel del tiempo (Time túnel) (1966) o Viaje al fondo del mar (Voyage to the bottom of the sea) (1963-1968) también hacen mención al tema. El cine nos brindaría –al final de la década- obras tan importantes como 2001 Una odisea del espacio de Stanley Kubrick (1968).

A mediados de 1968 se forma el primer grupo ufológico de México, el CIFEEEAC sigla pomposa que significa Centro de Investigación de Fenómenos Extraterrestres Espaciales Extraordinarios A.C. organizado por Ramiro Garza y Jorge Reichert y que agrupara entre otros a Carlos Guzmán Rojas, Ken Smith y J. Brauer. El CIFEEEAC nunca fue un grupo ufológico formal, sino que podría definirse como un club de amigos interesados en los OVNIs. Hasta donde sabemos, jamás tuvo una metodología de investigación ni nada que se le pareciera, su labor puede considerarse fundamentalmente de difusión, la que sí se realizó ampliamente con organización de conferencias, edición de breves boletines y la edición de dos discos sobre el fenómeno uno de ellos narrado por Ken Smith y el otro que recogía extractos de unas conferencias de Antonio Ribera en México.

Aquí se agrupa la que podríamos considerar la segunda generación de ufólogos de México, nada más que divulgadores, periodistas e interesados sin información científica y abiertos ampliamente a todo lo extraterrestre, desde la astroarqueología hasta las últimas novedades de hermanos del cosmos, la medicina electrónica de Marla, las auras curativas, etc.

De fecha posterior es el CIIFOP Centro de Investigación e Información del Fenómeno OVNI y Parapsicología, lidereado por el licenciado Guillermo Bravo (actualmente sacerdote en Nueva York) con extrañas ideas y nula metodología que se dedicaba a dar conferencias sobre extraterrestres, hombres de negro y similares, el CIIFOP editaba el boletín OVNI que alcanzó cerca de 20 números. Este boletín era editado por un entonces adolescente Luis Ruiz Noguez que posteriormente se volvería un racionalista escéptico.

Además del CIIFOP existía el OVNI Club de México, agrupación de contactados, que contaba con un amplio archivo fotográfico y que estuvo activa a principios de los setenta.

Merece mención aparte el periodista Pedro Ferriz Santacruz, que durante muchos años hizo una amplia labor de difusión a través de la serie televisiva “Un mundo nos vigila”, que se transmitiera por la televisión privada (Telesistema Mexicano) a principios de los setenta y posteriormente en la serie “El enigma de los OVNI” transmitida por la televisión estatal (Canal 13) a principios de los ochenta.

En esta época hacen su aparición publicaciones como Insólito, que dedicaría buena parte de sus páginas a hablarnos de los OVNI; así como la mediocre pero ilustrativa colección española Cíclope, la incógnita del espacio.