miércoles, julio 06, 2005

Y fue mordido el rostro del sol...


La misión Deep Impact fue un éxito. Pero no todos están felices. La astróloga Marina Bai ha decidido demandar a la NASA (¡por 300 millones de dólares!, lo que muestra que a los charlatanes únicamente les interesa sacar dinero de donde puedan) ya que sus cálculos astrológicos se vieron afectados cuando el cometa Temple 1 fue impactado con un proyectil. ¿Habrá otros astrólogos que deseen unirse a la señora Marina?, ¿cómo se modificaron las cartas astrales debido a este proyecto científico?, ¿los efluvios mágicos de las estrellas fueron desviados por la colisión?, ¿esta colisión perjudicará o beneficiará a los nacidos bajo el signo de sagitario?, ¿para futuros proyectos tendrán los científicos que pedir permiso a los astrólogos? Mejor vayamos al fondo del asunto ¿sirve para algo la astrología?

La Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (SOMEDICYT) y el Instituto de Astronomía de la UNAM, otorgarán el Premio Miguel Ángel Herrera a jóvenes divulgadores de la ciencia. Con este premio pretenden hacer “un reconocimiento a la creatividad, innovación y esfuerzo de los divulgadores jóvenes en el campo de la divulgación de la ciencia y la técnica y el periodismo científico hecho en México.”

La necesidad de explicar lo que es la ciencia es una labor necesaria no sólo en México sino en todo el mundo. Exponer lo que hacen los científicos y los métodos con que trabajan es necesario para que el público pueda distinguir entre explicaciones válidas y especulaciones falaces, diferenciar entre verdadera y falsa ciencia.

Muchos consideran que la astrología es una ciencia, otros tantos no son capaces de distinguir entre astronomía y astrología. Obviamente la astrología no es más que una seudociencia (de las predicciones fallidas de los astrólogos mexicanos escribiré en un futuro). ¿Qué han manifestado los científicos mexicanos sobre este asunto?

El fallecido astrónomo Miguel Ángel Herrera anotó: “Un ejemplo de pensamiento mágico –inventado hace 4 000 años, aunque ha perdurado hasta la actualidad- es la astrología. Como todo pensamiento mágico, la astrología inventa una relación entre el hombre y el Universo. Esa relación, según ella, es una supuesta influencia de los astros sobre el carácter o el destino del hombre. Ello es, por supuesto, totalmente falso, según se ha demostrado hasta la saciedad. Lo interesante es que la astronomía moderna ha encontrado que sí existe una conexión entre nosotros y las estrellas. Pero es una conexión real, no una influencia misteriosa e inescrutable como la que inventó la astrología”. Miguel Ángel se refiere al hecho de que los elementos más pesados que el helio se formaron en el interior de las estrellas, “por ello es que podemos presumir de que somos ¡polvo de estrellas!”

Se pueden enumerar muchas otras formas en que los astros influyen en nuestras vidas, y ninguna de ellas tiene algo que ver con la astrología.

Pero es antigua la discusión entre quienes creen en esta superstición y quienes la denuncian (aunque la discusión es completamente diferente en nuestros días ya que, como señaló el astrónomo mexicano, los astrólogo no sólo no han podido demostrar que su “ciencia” funciona sino que han sido refutados un gran número de veces).

Durante los siglos XVI y XVII la observación de los eclipses tuvo como principal finalidad calcular la posición geográfica de los más importantes puertos y ciudades del continente americano. Para calcular la distancia entre el viejo y el nuevo mundo la Corona española promovía la observación de estos fenómenos naturales.

La tarea de calcular la posición geográfica de la Ciudad de México mediante la observación de eclipses (solares y lunares) fue llevada a cabo por Diego Rodríguez, Antonio de León y Gama, José Antonio Alzate y Joaquín Velázquez de León, entre otros.

Pero la observación astronómica no sólo tenía fines prácticos.

Durante la Colonia el poder y la riqueza se encontraban en manos de los españoles peninsulares, sólo ellos desempeñaban puestos de mando; los criollos veían limitadas sus posibilidades de desarrollo, en las oficinas sólo realizaban labores subalternas. El clero estaba dividido en dos: el alto clero estaba formado por sacerdotes –españoles en su mayor parte- ricos que ocupaban altos cargos en la jerarquía eclesiástica, residían en la capital o en las principales ciudades de la Nueva España; el bajo clero estaba formado por sacerdotes pobres, en su mayor parte eran criollos y mestizos, y habitaban en los pueblos más humildes de la Colonia.

Este estado de cosas les fue llevando a buscar su propia identidad.

Parte de esta búsqueda consistió en revalorar la historia de los pueblos prehispánicos. La obra de Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700) es un ejemplo de esto, en Teatro de virtudes políticas hace una exposición en contra del carácter diabólico que se le atribuía a los aztecas y presenta a los reyes del México antiguo como poseedores de grandes virtudes. Otros criollos –como Clavijero y León y Gama- seguirían estos pasos.

Para poder “ilustrar la patria” era necesario establecer la cronología del México antiguo. Los eclipses y cometas observados y registrados en ambos mundos, permitieron compaginar sus respectivos calendarios. León y Gama escribió “pude encontrar la verdadera correspondencia de los calendarios mexicanos entre sí, y con el nuestro”.

Para el jesuita Eusebio Francisco Kino (quien llegó a la Nueva España en 1681) el cometa que se vio a finales de 1680 y principios de 1681 “significa y amenaza muchas dificultades... muchas calamidades para la Europa; particularmente para tres o cuatro reinos significa muchas sterilidades, hambre, tempestades, algunos temblores de la tierra, grandes alteraciones de los cuerpos humanos, discordias, guerras, muchas enfermedades, calenturas, peste, muertes de muchíssima gente y particularmente de algunas personas muy principales. Dios nuestro Señor nos mire con ojos de piedad.”

Para Sigüenza y Góngora los eclipses y cometas no anunciaban terribles catástrofes, y así lo expone en su Manifiesto contra los cometas, despojados del imperio que tenían sobre los tímidos. Kino llega a la Ciudad de México y lee lo escrito por Sigüenza y Góngora, de inmediato manifiesta su desacuerdo en un texto al que titula Exposición astronómica de el cometa, que el año de 1680 por los meses de Noviembre y Diziembre, y este año de 1681 por los meses de Enero y Febrero, se ha visto en todo el mundo.

El historiador Elías Trabulse comenta: “Sigüenza también era devoto de la Compañía de Jesús. Sin embargo, leyó el libro de Kino y se indignó porque decía, entre otras cosas, que ‘Singüenza tenía lagañoso el juicio’. Lleno de ira, porque no era nada flemático, escribió en 1681 una de las obras centrales de la ciencia mexicana: la Libra astronómica y filosófica. Ésta, sin embargo, no fue publicada porque lo expulsaron los jesuitas por mala conducta. Gracias a un amigo suyo que literalmente se la quitó y la publicó, en 1690, se le conoce y conserva”.

Sigüenza se sintió ofendido de que un europeo viniese a enseñarle cómo hacer ciencia. Con la Libra astronómica y filosófica dejaba claro que la ciencia de la Nueva España estaba a la altura de la que se hacía en Europa.

Sobre el eclipse total de Sol del 23 de agosto de 1691, escribe Sigüenza y Góngora: “... al mismo instante que faltó la luz, cayéndose las aves que iban volando, aullando los perros, gritando las mujeres y los muchachos, desamparando las indias sus puestos en que vendían en la plaza fruta, verduras y otras menudencias, por entrarse a toda carrera en la catedral, y tocándose a rogativa al mismo instante, no sólo en ella, sino en las más iglesias de la ciudad, se causó de todo tan repentina confusión y alboroto que causaban grima.” Góngora cuenta que él continuó realizando sus observaciones.

En 1752 José Mariano de Medina y Francisco Pacheco Mora protagonizaron una discusión similar a la que mantuvieron Góngora y Kino. José Mariano de Medina escribió un texto titulado Destierro de temores y sustos, vanamente aprehendidos en el eclypse quasi total futuro, del año de 1752. Francisco Pacheco Mora defendía la interpretación supersticiosa de estos fenómenos.

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