martes, julio 19, 2005

De cuando besas a tu amante muerto



En el número 3 de la desaparecida versión mexicana de la revista Asimov, ciencia ficción apareció un cuento de Ian McDowell. Sobre la historia de McDowell, José Luis Domínguez (editor de la revista) en su editorial comentaba:

“De EL FANTASMA DE UNA ANTIGUA AMANTE, hemos escuchado que no se trata de un cuento clásico de CF, sin embargo creemos oportuno aclarar que nuestra revista no pretende publicar sólo lo que hoy se llama Ciencia Ficción Dura, y que desde luego las fronteras entre un subgénero y otro dentro de la CF son muy tenues, además de que... mejor dejémonos de rollos y disfruten de las excelentes pinceladas poético-literarias de Ian Mac Dowell.”

El profesor Ian MacDowell, para obtener su maestría en literatura inglesa, acepta la ayudantía del curso de redacción, al mismo tiempo se inscribe en la clase de la doctora Suzanne Radcliffe. En la clase de redacción y como trabajo final, Ian pide a sus alumnos el siguiente ejercicio: “Piensen en algo que los hirió o avergonzó, algo que aún sienten inconcluso. Escriban acerca de lo sucedido, usando un lenguaje llano que se concentre en los aspectos externos. Luego hablen acerca de lo que sintieron en ese momento, y luego de cómo se sienten ahora. ¿Se sienten igual? Si no es así, ¿por qué creen que es distinto?...”

Megan Cambell no era alumna de Ian, pero asistía con cierta frecuencia al curso, impartido en el séptimo piso de ese edificio. Megan escribe lo siguiente:

Una vez hice algo muy malo. Quizá no tan malo. Lo que sé es que herí a alguien que amaba. Creo que eso está mal. Pienso que herir a alguien es la única clase de mal que existe.
Ella y yo éramos compañeras de cuarto. Era hermosa y muy lista...

Megan se refiere a una joven ya titulada que dirigía una revista de arte y literatura, esta joven le publica a Megan algunos trabajos. Se hicieron amigas. Megan la lleva a pasar con ella y su familia la Navidad. Cuando los padres de Megan se retiran a dormir...

Yo sabía desde antes que me gustaban las mujeres. Traté con hombres, pero nunca me funcionó. Ella no lo sabía. Casi nadie lo sabía. Pero yo sí.

Había decoraciones de Navidad, con acebo y muérdago. Ella dijo:

-Mira eso. Tu hermano no llegará hasta mañana. No hay nadie a quien besar.
La besé.

Al principio ella respondió a mi beso, pero entonces me atreví a hacerlo con la lengua, y eso la asustó. Me empujó, y el tazón de ponche se volcó, y ella salió corriendo de la casa y se metió a su coche. Yo corrí detrás de ella.

Ella arrancaba su coche. Corrí por las llaves de papá, que estaban en la mesa de la cocina, y fui por ella.

La alcancé en las afueras de Greensboro, y la seguí.

Manejó al campus y se detuvo frente a la biblioteca. Claro que estaba cerrada y a oscuras, pero durante ese semestre trabajó en la sala de libros valiosos, y tenía la llave. Entró antes de que yo pudiera salir del coche, pero dejó la puerta abierta tras ella.

La encontré en la mesa de recepción llamando por teléfono a su papá. Creo que llamó desde ahí porque no tenía monedas, y sabía que éste era el único teléfono que podía usar.

-¡No te me acerques! –me gritó. Dijo a su papá que iría a casa, y colgó-. No te me acerques, o llamaré al rector. Le diré a tus papás –entonces corrió, dejándome sola en la biblioteca. Quería suicidarme.

Después de eso, nunca la volví a ver.

¿Cómo me siento ahora por eso? No sé. Ahora las cosas son extrañas; no parecen cambiar mucho. Pero ya no quiero suicidarme. No se me ocurre nada más.



Ian queda impactado por el escrito y se lo comenta a la profesora Radcliffe.

Radcliffe queda aún más impactada. La doctora pide que le cuente todo lo que sabe acerca de Megan, y para ello se dirigen a un bar.

Después de escuchar a Ian, Radcliffe comenta:

“Megan Cambell saltó del séptimo piso de la biblioteca en la víspera de Navidad de 1965. Parece que su fantasma estuvo en tu curso... yo soy la muchacha que Megan besó en la boca. La que la rechazó... Durante mucho tiempo no quise admitir que soy bisexual. Por lo menos no hasta que comencé a estudiar el doctorado... Tienes que entenderlo: a pesar de la dizque revolución sexual de los sesenta, la época era muy anti-gay. Nadie se atrevía a hablar de los derechos o la identidad de los homosexuales. Además, 1965 todavía era parte de los años cincuenta...”

Esta charla ocurre, precisamente, en una víspera de Navidad (la de 1985), así que Radcliffe decide ir a la biblioteca y encontrarse con Megan.

Posteriormente Radcliffe le comenta a su alumno el encuentro: “...En las baladas antiguas, besas a tu amante muerto, y ahí termina todo; en cuanto tocas esos labios fríos como la arcilla, tu también mueres. Tal vez yo esperaba que pasara eso, y quizá no habría importado. Pero sus labios no eran fríos y yo no estoy muerta... Sentí un sabor de... no sé... polvo, hojas muertas, un vacío frío y seco. Luego nada. Al abrir los ojos, me abrazaba sola en un salón vacío...”

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