martes, diciembre 11, 2007

El mundo como la totalidad de las cosas




Posiblemente sólo entienda este libro
quien haya pensado alguna vez por sí mismo
los pensamientos que en él se expresan
o pensamientos parecidos.
Ludwig Wittgenstein



En una reciente visita a una librería encontré el libro “A la caza de la realidad. La controversia sobre el realismo” del filósofo Mario Bunge. Al pasar las hojas noté que realizaba algunas críticas tanto al trabajo de Wittgenstein como al de los integrantes del Círculo de Viena. Esta entrada trata sobre uno de los temas abordados por Bunge: la forma en que Wittgenstein hacía filosofía (otro de los temas que aborda el filósofo argentino es el antirrealismo de los positivistas lógicos).


1. Wittgenstein ¿filósofo indescifrable o artista incomprendido?

¿Qué podemos conocer? De eso se ocupó Ludwig Wittgenstein en su Tractatus Logico-Philosophicus. El filósofo-místico resuelve (o más bien disuelve) los problemas filosóficos al distinguir entre lo decible y lo indecible, entre lo que se puede decir y lo que se puede mostrar, entre el sentido y el sinsentido.

Según lo manifestado en el Tractatus existe la posibilidad de llegar a conocer las cosas de las que nos podemos hacer preguntas con sentido. Entonces reformulemos la pregunta con la que dimos inicio: ¿de qué materias podemos hacernos preguntas que puedan efectivamente ser respondidas en algún momento? Wittgenstein llegó a la conclusión de que tienen sentido las preguntas de las ciencias naturales; en cambio, las interrogantes de la filosofía carecen de sentido, es decir, son absurdas.

En palabras de Wittgenstein: “Soy, pues, de la opinión de haber solucionado definitivamente, en lo esencial, los problemas (...) La mayor parte de las proposiciones e interrogantes que se han escrito sobre cuestiones filosóficas no son falsas sino absurdas. De ahí que no podamos dar respuesta en absoluto a interrogantes de este tipo, sino sólo constatar su condición de absurdos.”

Recordemos lo que significa tener sentido: “Tener sentido significa ser verdadera o falsa: el ser efectivamente verdadera o falsa constituye la relación de la proposición con la realidad, que nosotros significamos diciendo que tiene sentido”. Una proposición que no puede ser formulada de manera que en algún momento sea posible decidir si es verdadera o falsa, carece de sentido.

A pesar de lograr algo tan importante (disolver los problemas a los que se ha dedicado la filosofía), Wittgenstein no creía que su escrito resultara fácilmente entendible.

En 1919, siendo prisionero en Monte Cassino, Wittgenstein escribió lo siguiente a Bertrand Russell:

“Creo que finalmente he solucionado los problemas. Puede que esto suene arrogante, pero no puedo evitar creerlo. Acabé el libro en agosto de 1918, y dos meses después fui hecho prigioniere. Tengo el manuscrito aquí conmigo. Ojalá pudiera hacer una copia para ti; pero es bastante largo y no hay manera segura de enviártelo. De hecho no lo entenderás sin una explicación, pues está escrito con frases bastante breves. (Naturalmente, esto significa que nadie lo entenderá; aunque yo creo que todo está claro como el cristal. Pero trastoca toda nuestra teoría de la verdad, de las clases, de los números y todo lo demás.) Lo publicaré tan pronto vuelva a casa.”

En el anterior pasaje notamos tanto su convencimiento de dar respuesta definitiva a los tradicionales problemas de la filosofía como su temor a no ser comprendido.

Posteriormente Wittgenstein y Russell pudieron intercambiar escritos filosóficos. “Introducción a la filosofía matemática” fue el libro que Russell envió a Wittgenstein, lo cual movió a este último a escribirle al primero:

“En suma, ahora temo que me sea muy difícil llegar a algún entendimiento contigo. Y la pequeña esperanza que me quedaba de que mi manuscrito pudiera significar algo para ti se ha desvanecido completamente... Ahora más que nunca ardo en deseos de verlo impreso. ¡Es mortificante arrastrar la obra ya finalizada de un lado a otro, en cautividad, y ver cuánto absurdo tiene campo libre ahí afuera! ¡Y es mortificante pensar que nadie la entenderá aun cuando se imprima!”

Bertrand Russell no había podido entender parte del anterior trabajo de Wittgenstein, pero estaba dispuesto a estudiar para llegar a la comprensión. “No te desanimes, al final serás comprendido.”, le escribió Russell.

Fueron tres copias las que Wittgenstein distribuyó. Una para Russell, otra para Paul Engelmann, y una más para Gottlob Frege. Hay quienes piensan que la respuesta que más le interesaba era la de Frege. Wittgenstein ve confirmados sus temores una vez que lee la carta de Frege.

Frege se había tardado en escribir (y se disculpa por ello), pero le informa que como no ha podido dedicarle más tiempo al texto, no puede ofrecerle un juicio bien fundamentado. Frege dedica casi toda su carta a cuestionarle a Wittgenstein su uso del lenguaje:

“Justo al principio me encuentro con la expresión ‘es el caso’ y ‘hecho’, y sospecho que es el caso y es un hecho son lo mismo. El mundo es todo lo que es el caso y el mundo es un conjunto de hechos. ¿No es todo hecho el caso y no es lo que es el caso un hecho? ¿No es lo mismo si yo digo A es un hecho que si digo A es el caso? ¿Por qué entonces esa doble expresión?... Ahora viene una tercera expresión: ‘Lo que es el caso, un hecho, es el darse efectivo de un Sachverhalt’. Tomo esto para significar que cada hecho es la existencia de un Sachverhalt, de modo que otro hecho es la existencia de otro Sachaverhalt. ¿No podríamos eliminar las palabras ‘el darse efectivo de’ y decir ‘Todo hecho es un Sachverhalt distinto.’ ¿No podría uno quizá decir ‘Todo Sachverhalt es la existencia de un hecho’?”

Frege no había podido avanzar mucho en la obra, debido a sus dudas acerca del significado de términos como Tatsache, Sachverhalt y Sachlage. Frege le pedía ejemplos. De hecho, Frege le sugirió a Wittgenstein que modificara su texto, que en lugar de comenzar con una escueta afirmación que no se fundamentaba en nada, comenzara planteando las preguntas de las que se ocupaba (Wittgenstein no hizo caso de tal sugerencia).

“No comprende una sola palabra de mi obra, y estoy completamente agotado de darle lo que son pura y simplemente explicaciones.” escribió Wittgenstein sobre Frege. El filósofo-místico tenía puestas todas sus esperanzas en Russell, a quien le escribió que deseaba explicarle su trabajo, “¡porque es MUY duro que ni un alma te comprenda!”

Lo anterior sucedía antes de que la obra se publicara... Una vez que el Tractatus se publicó, las cosas no fueron tan distintas.

Los integrantes del Círculo de Viena no entendieron del todo el Tractatus. Habían pensado que Wittgenstein era tan antimetafísico como ellos. Sobre esto Rudolph Carnap expresó:

“Anteriormente cuando leímos el libro de Wittgenstein en el Círculo, yo había creído erróneamente que su actitud hacia la metafísica era similar a la nuestra. No había prestado atención a las afirmaciones sobre la mística que hay en el libro, porque sus sentimientos y pensamientos en ese campo eran demasiado divergentes de los míos. Sólo el contacto personal con él me ayudó a ver más claramente su actitud en este punto.”

Ray Monk escribe:

“Para los positivistas, la claridad iba de la mano del método científico, y, para Carnap en particular, era un duro golpe darse cuenta de que el autor del libro que ellos veían como el paradigma de la precisión y la claridad filosófica era tan decididamente acientífico tanto en su temperamento como en su método.”

Para finalizar esta parte, sólo mencionaremos que Carnap comparaba a Wittgenstein con un artista que no aceptaba las críticas, es decir, Wittgenstein estaba poco dispuesto a discutir para aclarar las ideas:

“Su punto de vista y su actitud hacia la gente y los problemas, incluso hacia los problemas teóricos, era más parecida a los de un artista creativo que a los de un científico; y podría decirse que parecida a los de un profeta religioso o vidente (...) no toleraba el examen crítico por parte de los demás, una vez la intuición había sido alcanzada por un acto de inspiración.”


2. De cosas y hechos

Vimos que el Tractaus Logico-Philosophicus es una obra difícil de comprender, y es por la forma en que está escrita que puede resultar oscura. Wittgenstein, por otro lado, no proporcionaba ejemplos que pudieran clarificar sus proposiciones.

En la tercera parte del primer capítulo de A la caza de la realidad, Mario Bunge después de referirse a la proposición 1.1 del Tractatus (El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas), expresa que Wittgenstein no se molestó en aclarar los términos clave “hecho” y “totalidad”, “a consecuencia de lo cual pronto cayó en la circularidad. Así pues, nos dice que ‘un hecho atómico [simple] es una combinación de objetos (entidades, cosas)’ (2.01), sólo para añadir: ‘Es esencial para una cosa que pueda ser un constituyente de un hecho atómico’. En ningún lugar ofrece Wittgenstein ejemplos que faciliten la comprensión y muestren que sus reflexiones son útiles para analizar los problemas científicos.”

A continuación Bunge da algunas razones para considerar errónea la “miniontología de Wittgenstein”, pero antes de mencionarlas veamos algunas cosas que el filósofo argentino escribe sobre los términos “cosa” y “hecho”.


A) Cosa

En esta parte sostiene que “la mutabilidad es la única propiedad compartida por todas las cosas concretas, ya sean naturales o artificiales, físicas o químicas, biológicas o sociales, perceptibles o imperceptibles.” Esto le lleva a su primer postulado: Para todo x: (x es material = x es mudable). Posteriormente rescribe su postulado de la siguiente manera: Para todo x: (x es material = x posee energía).

B) Hecho

Comienza distinguiendo entre hechos estáticos y cinéticos.

*Hecho estático = cosa(s) en un estado dado.
*Hecho cinético = cambio(s) en el estado de la(s) cosa(s).

Señala Bunge que se debe recordar que “sin cosas no hay hechos (...) no hay estados ni cambios de estado en sí mismos. No hay cosas que no se hallen en algún estado o que no sufran cambio alguno.”

Veamos ahora cuatro de los cinco puntos que según Bunge muestran errónea la ontología de Wittgenstein:

1. Si ya habíamos visto que Wittgenstein no aclaró lo que debía entenderse por “hecho”, ahora Bunge afirma que no es claro el término “totalidad” en la expresión “totalidad de las cosas”. Bunge menciona dos formas de interpretarla: como sistema o como conjunto.

2. Las cosas interactúan pero no los hechos.

3. Las normas sociales y todos los enunciados legales tratan o se refieren a cosas. Sin cosas no hay hechos.

4. “El mundo es un sistema de cosas porque todas las cosas que lo componen interactúan con algunas otras cosas. Si el mundo fuera un montón de hechos o estados de cosas no constituirían un sistema, puesto que no se mantendría unido gracias a interacciones. Con todo, esto no es cuestión de optar entre dos ontologías, una de cosas y otra de hechos: necesitamos una sola ontología de cosas involucradas en hechos o, lo que es lo mismo, una ontología de hechos que involucren cosas.” Señala Bunge que se necesita el concepto de cosa para posteriormente referirnos al estado de una cosa.

Bunge concluye que el mundo no es la totalidad de los hechos (como escribiera Wittgenstein), sino de las cosas. “Y todas las cosas son mudables y toda cosa está relacionada con alguna otra.”


Referencias

Bunge Mario. A la caza de la realidad. La controversia sobre el realismo. Editorial Gedisa. España. 2007.

Monk Ray. Ludwig Wittgenstein. El deber de un genio. Editorial Anagrama. España. 2002.

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