lunes, octubre 31, 2005

GUARAPETA



I.

Esta noche, como es mi costumbre desde que la conocí, llego en punto de las siete, pido lo mismo de siempre y espero.

En realidad si vengo desde entonces es únicamente a escucharla, todos los días nos deleita con sus relatos. Al principio no se le permitía entrar ya que las mujeres tienen estrictamente prohibida la entrada a “El Simposio”, pero disfrutamos tanto de sus historias que decidimos hacer una excepción; nos encanta al grado de que siempre -según me cuentan- termina alguien disparándole la cuenta. Además nadie le ha faltado al respeto desde que comenzó a venir.

Nunca me he quedado hasta que se va, ya que por mi trabajo y demás ocupaciones diarias no puedo desvelarme demasiado, pero cuentan que al final termina siempre borrachísima, que ya muy entrada la madrugada comienza a decir tonterías, que su pensamiento tan lógico y racional se pierde y apenas queda algo de éste a esas horas. La verdad no me lo puedo imaginar, más bien pienso que son falsos que le levanta alguien a quien no le cae bien y la ha querido difamar. Así que decidido a esclarecer si tales rumores son ciertos o no, uno de estos días me quedaré -tratando de permanecer lúcido- hasta que La Ciencia se retire.


II.

No ha llegado, cosa rara pues siempre llega puntualmente a las siete, ojalá y no falte, aunque en realidad no tengo por qué pensarlo, jamás ha faltado un sólo día en los últimos cinco meses; tal vez hizo algún nuevo descubrimiento y lo está dando a conocer, o tal vez esté a punto de hacerlo... tiene tantas ocupaciones que pensándolo bien lo raro es que nunca se le haya hecho tarde; el proyecto genoma humano la tiene muy ocupada, también su búsqueda de una vacuna contra el VIH, y con aquello de que pretende crear plásticos biodegradables y... ¿Cómo se dará abasto? Tantas cosas y campos en los que investiga y todavía se da tiempo para venir y echarse un trago.

¡Rarísimo!, 7:30 y aún no ha... ¡Vaya!, aquí viene, la verdad es que siento un gran respeto por ella; todos la saludan, la invitan a sentarse, pero no, ella ya tiene su lugar ganado, nadie se atreve a ocuparlo a esa hora, en cuanto dan las siete quien esté sentado en él se levanta y lo deja libre pues a partir de esa hora, ese lugar le pertenece a La Ciencia.

-Disculpen el retraso pero estoy investigando células cancerosas y el tiempo se me fue volando.

Todos la escuchamos atentos.

-¿Nos contarás de esas investigaciones, verdad? -Preguntó un hombre al que no conozco, bueno sí, pero tan sólo de vista ya que asiste con mucha frecuencia, no todos los días pero si por lo menos dos o tres veces a la semana.

-Por supuesto, es de lo que les hablaré hoy- Contestó amablemente y pidió su primera copa.

Nadie sospechaba que el comentarnos sobre sus investigaciones acerca de las células cancerosas fuera a provocar un escándalo y a punto estuviera de agarrarse a golpes -o de las greñas, como resuelven las mujeres sus problemas ¿o no?- con otra mujer que un par de horas más tarde entraría.

* * * * *

Me llama la atención cómo nos ha cautivado a todos, antes de que entrara el ambiente estaba lleno de gritos, risas, carcajadas, murmullos, chistes, albures... pero en cuanto nos dimos cuenta de que había llegado, un silenció llenó el lugar.

Para ese momento todos teníamos puesta la vista en ella, ya terminaba la primera y pedía la segunda copa.

-Ayer nos contaste sobre la investigación acerca del cerebro pero no terminaste- inquirió Manuel, uno de mis amigos del lugar.
-Si, bueno -comenzó- existen diferentes métodos para cartografiarlo...
-¿Como cuáles?- Preguntó un borrachín.
-A eso voy, a partir de 1929 se utiliza el EEG ya que las neuronas se comunican entre sí por medio de corrientes eléctricas, este aparato puede registrarlas por medio de electrodos. Otro método es el MEG desde los años sesenta, éste capta los campos magnéticos que se forman por la actividad eléctrica cerebral...

Comenzó la tercera copa.

-...la tomografía por emisión de positrones nos permite observar la manera en que trabaja el cerebro.
-¿Cómo lo hace?
-Se inyecta glucosa radiactiva, ésta es metabolizada por las neuronas y es posible obtener imágenes de las zonas que se están utilizando al realizar alguna actividad...

Terminaba la tercera y pedía la cuarta copa. Me pregunto por qué beberá tanto... Tal vez me anime a preguntarle, empiezo a pensar que los rumores son ciertos, que sí termina borracha, pero hay una parte de mí que no lo puede creer, pero es que ha bebido una tras otra...

-...Y así es cómo la imagen por resonancia magnética ha permitido desde 1946 conocer más acerca de la actividad cerebral...

Me perdí esta última parte de su explicación pero para no quedarme con la duda le pregunté:

-¿Como qué?
-Entre otras cosas, que los hombres y mujeres piensan diferente.
-Siempre lo supe -dijo un borracho- nadie entiende a las mujeres... y menos a la mía.

Algunas risas... La Ciencia ya tomaba ¿la cuarta...quinta?, después de pensarlo mucho me atreví a preguntarle.

-Oye... no te molestes... pero... ¿por qué tomas tanto?

Todos me miraron asombrados.

-Oye imbécil -un grandulón se me aproximaba- no tienes por qué molestarla, si bebe así es muy su pedo, ¿no?

Afortunadamente dos individuos lo detuvieron y trataron de tranquilizarlo.

-Pues que no se pase de pendejo...

-Tranquilos, no se peleen por algo sin importancia -inquirió La Ciencia-. No me molesta y te voy a contestar... Tomo de ésta manera porque es muy difícil estar pensando, razonando, cuestionando, debatiendo, dudando y analizando todo el tiempo... no puedo detener mis pensamientos, siempre me encuentro razonando y razonando y razonando y... el alcohol me permite detener este proceso, me desinhibe y puedo simplemente sentir... sin pensar ni analizar todo. ¡Salud!

Todos dijimos “salud” al unísono.

* * * * *

Eran ya las nueve y a partir de mi pregunta le comenzamos a hacer preguntas más personales.

-¿Crees que algún día llegues a conocerlo todo?

Antes de responder miró el vaso que tenía sobre la mesa, comenzó a beber la copa número... ¡¿a quién chingados le importa?!... ya hasta había perdido la cuenta... En ese momento entró La... ¡No! ¡No es cierto!, ¡creo que ya estoy borracho!, estoy teniendo visiones... si, eso es, son visiones...

-...Sí... creo que algún día llegaré a conocer todo- Contestó La Ciencia, ya estaba borracha pero su respuesta había sido clara y contundente, ¿pensará lo mismo estando sobria?
-¿En realidad lo crees?- No vi quién preguntó.
-¡Por supuesto! -comenzaba otra copa- Recuerden la razón por la que llegué tarde el día de hoy.
-Nos hablaste de células cancerosas y la chingada.
-¿Y la chingada? Estas investigaciones son tan importantes como peligrosas.
-¡Voy!
-Aunque no lo creas -dijo La Ciencia visiblemente molesta- podría incluso vencer a la misma muerte.

¡¡¿Qué?!!, casi me atraganto, creo que ahora sí está hasta atrás, tal vez ya llegó la hora en que dicen que comienza a decir tonterías y a perder la razón.

-Aunque no lo crean es así. Existen dos formas de muerte celular: una llamada necrosis y otra llamada apoptosis... y es en el ADN donde se encuentra el secreto de la vida y la muerte... cada vez que una célula se divide, los cromosomas pierden varios fragmentos llamados telómeros, la polimerasa es la responsable de la replicación de la doble hélice pero deja siempre un fragmento sin copiar y la doble hélice de ADN va perdiendo poco a poco un extremo y cuando ya es muy corta no puede replicarse y muere...

Hace una pausa en su explicación e intenta dar un trago, pero el vaso se le resbala de las manos y cae rompiéndose en pequeñas partículas de vidrio; todos nos miramos unos a otros y mientras le reponen la copa, La Ciencia continúa.

-Esto que les expliqué no pasa con las células cancerosas, éstas producen telomerasa, una sustancia que permite reparar los telómeros.

Le daba un trago a la copa recién servida y nos seguía diciendo.

-Claro que gracias a esto existe un balance entre las células que nacen y mueren... pero sin duda ahí está el secreto... tal vez el más grande que exista... y una vez que logre descubrirlo y comprenderlo podré detener el envejecimiento... e incluso... la muerte.

Todos guardábamos absoluto silencio, pero alguien comenzó a carcajearse cada vez más fuerte.

-¿Quién es el imbécil que se atreve a burlarse de mí?, ¿quién?, atrévete a decir quién eres, hijo de la chingada.

Nunca la habíamos visto tan enojada ni tan ofendida... ni siquiera el día que se había peleado con la pseudociencia.

-¡¿En verdad te crees tan chingona como para terminar conmigo?!

No había sido mi imaginación, sí se había tratado de Ella. En cuanto la vieron muchos salieron corriendo, confieso que yo también estuve a punto de hacerlo, pero no, no podía perderme este enfrentamiento.

La Ciencia sostenía un vaso casi vacío que en cuanto vio a La Muerte de frente lo dejó sobre la mesa, se levantó tambaleándose por el alcohol que había ingerido y la miró de arriba abajo con sus ya en ese momento rojizos y vidriosos ojos.

-¿Qué haces aquí, pendeja?
-Acabo de llevarme a una anciana que atropellaron a dos cuadras y a un idiota que puso resistencia a un asalto y lo mataron en la esquina... antes de irme quise echarme un trago y divertirme un rato con tus estupideces.
-No son estupideces.
-¿No?... “Algún día llegaré a conocer todo” jajaja.
-No te rías, pinche Muerte porque llegará el día en que pueda incluso terminar contigo...
-Eres tan vanidosa y engreída que me das lástima... ¡Mírate!, tienes que emborracharte para disfrutar la vida.
-¡Mentira!, disfruto mi trabajo, disfruto arrancándole a la naturaleza todos sus secretos... sólo que a veces también merezco descansar.
-Pues a mí me parece que eres una alcohólica.

Enfurecida, La Ciencia tomó el vaso que estaba sobre la mesa y con toda su fuerza se lo arrojó a La Muerte, pero ésta lo esquivó y el vaso se estrelló en una de las paredes.

-¿No te das cuenta de que por algo existo?, ¿qué pasaría si ningún vegetal o animal -incluyendo al hombre- no muriera?, ¿eres tan estúpida que no te lo has preguntado?
-Claro que lo he pensado, pero los hombres tienen derecho a conocer y controlar la naturaleza como mejor les parezca y para eso estoy yo, para ayudarles en esa tarea.
-No merece la pena hablar contigo, no sé por qué toda esta gente te presta atención, yo no soportaría escucharte hablar por más de dos horas... pensándolo bien, sí sé por qué te oyen, porque son una bola de borrachos... como tú.

La Ciencia se acercó a La Muerte, estuvieron frente a frente, nunca lo olvidaré, se vieron fijamente por unos cuantos segundos que parecieron eternos... hasta que La Ciencia intentó golpearla pero de lo borracha no pudo, La Muerte aprovechó para darle un golpe en la cara, un golpe tan fuerte que la lanzó a unos cuantos metros.

Tres hombres fueron en su ayuda y la levantaron.

Una vez que se recuperó del impacto recibido, La Ciencia quiso acercarse a La Muerte buscando pelear, enojada le gritó:

-A mí nadie me da un madrazo y se queda tan tranquilo -por fortuna estaba siendo detenida-. Suéltenme y déjenme partirle la madre.

La Muerte se acercó a La Ciencia y le dijo mirándola a los ojos:

-Vamos a ver quién le parte la madre a quién, cabrona.

El encargado, adivinando que si no hacía algo se desataría una trifulca, les dijo colocándose entre ambas:

-Tranquilas, si hay algo que detesto son las peleas entre viejas... dense la mano... anden...

Me causaba gracia, eso lo había escuchado infinidad de veces, “dense la mano” es en realidad una frase que siempre se utiliza para tratar de calmar a dos tipos a punto de pelear... pero en esta ocasión no se trataba de dos hombres, ni siquiera de dos mujeres, por lo menos no de dos mujeres cualquiera... se trataba de La Ciencia y de La Muerte.

-...ya... dense la mano... piénsenlo... ¿por qué no?... hasta podrían llegar a ser buenas amigas.

Estoy seguro de que todos sentimos lo mismo, una mezcla de miedo, ansiedad, expectación, emoción y no sé que más... El silencio que se formó después de la frase “hasta podrían llegar a ser buenas amigas” parecía que nunca terminaría... finalmente La Ciencia estiró la mano.

-Bien, ¿por qué no?, acepto.

Acto seguido La Muerte estiró su blanca y huesuda mano y se dieron un apretón.

-También acepto... ¿amigas?
-Amigas.

La tensión desapareció, ambas se sentaron en una mesa para ellas solas, me quedé hasta el final para ver qué pasaba, terminaron borrachísimas.

Ya amanecía cuando salieron, las seguí hasta la calle, iban cantando y riendo abrazadas, y así se perdieron entre las calles -poco transitadas a esa hora- con rumbo desconocido.


III.

Desde aquella madrugada ya no hubo más relatos, no porque La Ciencia dejara de venir, sino porque desde entonces la acompaña La Muerte, juntas se emborrachan y divierten todas las noches, sus carcajadas se escuchan en todo el lugar, no así su plática; me pregunto de qué hablaran... misterio.

De cualquier forma creo que sí pueden llegar a ser verdaderas amigas, tal vez hasta en una de esas juergas La Muerte le revele sus secretos, esos que tan afanosamente busca en el ADN y en las células cancerosas -podría pensar que ese fue el motivo oculto por el que La Ciencia aceptó esa amistad-; o tal vez La Muerte convenza a La Ciencia de no seguir investigando en ese campo y así asegurarse de que nunca llegue a dominar tal conocimiento -podría pensar que ese fue el motivo oculto por el que La Muerte aceptó ser su amiga-.

La clientela bajó, al ya no haber los relatos y las historias que nos gustaban muchos ya no asistieron, otros resignadamente las miran de reojo entre copa y copa; y yo, a pesar de que extraño las pláticas de La Ciencia, sigo viniendo porque también disfruto el espectáculo de ver a La Ciencia y a La Muerte poniéndose juntas bien pedas.


Nota: Todas las incoherencias científicas aparecidas en el texto se deben –evidentemente- a que La Ciencia estaba hasta las chanclas.

1 comentario:

Roberto Iza Valdés dijo...
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