lunes, julio 11, 2005

De lo que es posible descubrir mediante la fotografía
(Fotografiando lo insólito 1)




















Boltzman, físico austriaco, después de una crisis depresiva, se suicidó en 1906. Para algunos, su depresión se debía a las severas críticas que recibió su teoría cinética de los gases.

Al químico August Laurent le fue prohibido investigar en laboratorios de prestigió debido a que Berzelius, químico sueco, no pudo soportar que sus ideas acerca de la estructura de los compuestos orgánicos fueran puestas en duda. A pesar de que las investigaciones de Laurent mostraban que su colega estaba equivocado, ningún científico se atrevió a contradecir al prestigiado Berzelius.

Cuando Alfred Wegener presentó -en 1912- sus ideas acerca de la deriva continental, la mayor parte de la comunidad científica se mostró en desacuerdo, algunos incluso llegaron a burlarse de aquellas nociones. Sobra decir que el día de hoy la deriva continental es uno de los pilares de la geología.

Aquellos hombres fueron mártires de la ciencia, pero no son los únicos.

Un afortunado accidente ha permitido que el público conozca la vida y obra de uno de estos mártires: el Doctor Ameisenhaufen (1895-1955).

Cuando Ameisenhaufen dio a conocer sus ideas acerca de los huecos en la teoría evolutiva, perdió cualquier oportunidad de seguir investigando, ningún instituto se arriesgaría a tenerlo entre sus académicos.

Durante las décadas de los treinta y cuarenta, Ameisenhaufen se dedicó a explorar el mundo y a reunir evidencias que demostraran su tesis. Según el explorador alemán, existían numerosas especies cuyo origen no podía explicarse mediante la teoría de la evolución por selección natural.

Así, el entusiasta explorador, dibujó, fotografió y estudió numerosas especies hasta entonces desconocidas. Una serpiente con doce patas y una ostra equipada con una pata y un brazo, son ejemplos de las maravillas que Ameisenhaufen tuvo la fortuna de observar.

Pero no sólo hay fotografías y dibujos de estos animales, algunos fueron conservados para fortuna de la humanidad.

Diferentes museos de ciencia y de historia natural han presentado los conocimientos reunidos por el doctor Peter Ameisenhaufen. Pero no sólo se ha expuesto el material que logró reunir (fotografías, dibujos, mapas, radiografías, ejemplares conservados): fotografías de la vida del alemán, imágenes del científico en su laboratorio y algunos de sus objetos personales (lentes, instrumentos de trabajo) también se han dado a conocer.

Formiguera y Fontcuberta, fotógrafos españoles, descubrieron accidentalmente todo este material cuando se encontraban de vacaciones en una vieja finca.

Ha sido posible conocer el trabajo del Dr. Ameisenhaufen gracias a las fotografías que tomó mientras realizaba sus estudios. Y gracias a la fotografía es que se han podido conocer muchos pasajes de su vida.
Una simple fotografía dejaría al descubierto uno de los episodios más oscuros de la historia de la astronáutica soviética...

Michael Arena, quien perteneció a la junta del National Air and Space Museum, en diciembre de 1993 asistió a una subasta de material espacial ruso, se encontraba revisando una carpeta cuando una fotografía llamó su atención: “reunidos en las inmediaciones del Kremlin, un grupo de cosmonautas, posaba ante la cámara antes del inicio del desfile conmemorativo de la revolución de Octubre. La firma de cada uno de ellos aparecía estampada en el margen inferior de la imagen, junto a la fecha: 7 de noviembre de 1967”.

Arena comenta que sólo desconocía a uno de ellos, a un tal Istochnikov. Había algo que le inquietaba: tenía la impresión de conocer aquella fotografía. Comenzó a buscar en sus libros, cuando revisó el álbum Rumbo a las estrellas encontró la imagen, pero ¡sin Istochnikov! Según Arena: “se trataba, no había duda, del mismo cliché, pero en el libro faltaba un personaje. Mediante un retoque no excesivamente hábil, Istochnikov había desaparecido como por arte de birlibirloque”.

El nombre del cosmonauta Ivan Istochnikov no aparece en la historia. La directora de la Fundación Sputnik afirma que su cuerpo no reposa en panteón alguno, ni sus cenizas fueron esparcidas ceremoniosamente desde los muros del Kremlin. Simplemente “parece no haber existido nunca, como borrado de la faz de la tierra, o, mejor dicho, como si la tierra –o el cosmos– se lo hubiera tragado.”

¿Qué oscuros intereses habían provocado que Istochnikov hubiera sido borrado de la historia oficial?

“En la antigua URSS el programa espacial quedaba englobado dentro de la estrategia militar y, por tanto, preservado en el más riguroso secreto. Las autoridades, no sólo no desvelaban públicamente sus planes ni sus actividades, sino que ocultaban celosamente toda la información que pudiese sugerir algún indicio. Sólo los eventos de mayor efecto propagandístico salían a la luz. Pero, incluso así, la información no se daba ni puntual, ni completa, por lo que los estudiosos debían someterla a una crítica de filtraje y reconstrucción cuyo resultado sólo podía ser aproximativo.”

Ahora se sabe que el 25 de octubre de 1968 fue lanzado, desde el cosmódromo de Baikonur, el Soyuz 2 con el cosmonauta Coronel Ivan Istochnikov a bordo. La nave debía servir de blanco para el Soyuz 3 que, tripulado por el Teniente Coronel Giorgi Beregovoi, realizaría al día siguiente un ensayo de ensamblaje orbital de las dos cápsulas. Según la Fundación Sputnik después de un intento fallido de acoplamiento, el Soyuz 2 y el Soyuz 3 se distanciaron y perdieron el contacto. Cuando al día siguiente se reencontraron, Istochnikov había desaparecido y su módulo presentaba el impacto de un meteorito. Lo que realmente ocurrió es hasta ahora un misterio.

La física Irina Yurievna recibió de forma agresiva la noticia de la desaparición de su esposo, y digo que fue de forma agresiva porque las autoridades soviéticas habían decidido ocultar al público la verdad; el comunicado oficial informaba que Istochnikov había muerto por una intoxicación, que el Soyuz 2 no iba tripulado puesto que era parte del programa de exploración robótica y que el ensamblaje con la Soyuz 3 había tenido algunas fallas, pero que la misión había sido un éxito.

A Irina no le quedó otro remedio que callar.

Pero el silencio y la mentira no pueden durar para siempre. La Fundación Sputnik ha reunido material inédito sobre lo que hasta ahora no se había contado sobre la historia de la astronáutica soviética: fotografías, videos, anotaciones originales, instrumentos de navegación y una réplica de la Soyuz 2.

(Más acerca de todo esto en la sexta parte de esta serie)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

James Oberg, en su UFOs and outer space mysteries, tiene un capítulo dedicado a varios cosmonautas que fueron borrados de las fotografías oficiales.

Anónimo dijo...

Supongo que saben que Ameisenhaufen y el astronauta ruso ese no existieron jamás:

http://www.elpais.com/articulo/paginas/engano/hecho/arte/elpepusoceps/20070211elpepspag_1/Tes?print=1

Martín Fragoso dijo...

Sí, lo sé, de eso trata la sexta parte de esta serie dedicada a las imágenes de lo insólito. También sé que un insolitólogo español, hace poco presentó -en su programa de TV- como real "el misterioso caso del cosmonauta ruso".

Saludos.