lunes, junio 15, 2009

Magia, charlatanería y cáncer (Tercera parte)

Por Luis Benítez Bribiesca

Las verdades a medias; dietas, vitaminas y vacunas

La difusión de los avances científicos en los medios masivos de comunicación y en publicaciones no científicas ha permitido su acceso al público lego. Así, el charlatán moderno o el médico sin escrúpulos pueden usar parte de esa información, producto del quehacer científico, tergiversada y convertida en dogma. En el terreno del cáncer esto es particularmente cierto respecto al uso de vitaminas, a las bondades de ciertos recursos dietéticos y desgraciadamente también al uso de vacunas o supuestos “estimulantes de la inmunidad”.

El gran investigador y humanista Linus Pauling, ganador dos veces del premio Nobel, la primera por sus aportaciones científicas a la medicina y la segunda por sus promociones en pro de la paz, propuso hace más de diez años la hipótesis de que la ingesta de megadosis de vitamina C podría ser de gran utilidad para la prevención y curación de algunos padecimientos: así se inició toda una tendencia terapéutica conocida como vitaminoterapia en megadosis. Este autor preconizaba que el aporte de grandes cantidades de vitamina C (que es incapaz de sintetizar el ser humano) era esencial para fortalecer y estimular al aparato inmune en contra de multitud de enfermedades, tanto degenerativas como virales. En particular, Pauling y su grupo afirmaban que algunos padecimientos como la gripe podrían ser evitados con dosis altas de vitamina C (entre 6 y 8 gramos diarios) y que enfermedades como el cáncer avanzado podrían ser mitigadas e inclusive detenidas con estas mismas aportaciones diarias de vitamina C. 11 Hasta el momento, numerosos estudios, realizados tanto en el laboratorio como en pacientes oncológicos, no han podido demostrar que exista algún beneficio con la administración de vitaminoterapia C a megadosis en pacientes con cáncer. 12 A pesar de esto, ya se han publicado varios libros para el público en general donde se asegura que la vitaminoterapia C es benéfica para tratar el cáncer. 11.13 Si bien es cierto que la megadosis de vitamina C no produce efectos secundarios adversos y que por tanto es inocua (excepto en algunas condiciones metabólicas hereditarias), sólo puede usarse como tratamiento complementario y nunca como sustitutivo de los tratamientos ortodoxos. 14.16

Más recientemente se ha descubierto que la vitamina A, y en particular los carotenos y ácidos retinoicos, tienen un efecto antineoplásico, tanto preventivo como curativo. Es probable que el efecto de los ácidos retinoicos y carotenos sea más específico que el de la vitamina C y que en efecto pueda desempeñar algún papel auxiliar en el tratamiento de ciertos tumores malignos. 17 Sin embargo, los estudios experimentales y clínicos de su efecto antineoplásico todavía se encuentran en pañales. Es probable que en un futuro tengamos resultados comprobables para saber hasta qué punto estas sustancias realmente contribuyen al control de las neoplasias malignas. Por lo pronto sólo se realizan algunos protocolos de investigación clínica, pero no existe prueba alguna de los tratamientos basados en el uso de las megadosis de vitamina A puedan tener efectos curativos contra el cáncer. Al igual que con la vitamina C, el público lego ha tomado estos tratamientos y los charlatanes modernos los han propuesto y vendido como parte del tratamiento “dietético del cáncer”. Algo semejante ha ocurrido con la vitamina E, la D y algunas fracciones de la B, ya que todas ellas son importantes para el metabolismo normal, pero nadie sabe con certeza si pueden tener efectos anticancerosos.

Otro capítulo de gran interés es el de la dieta propiamente dicha. Desde que Burkitt descubrió en África que la dieta es un factor determinante en la aparición de algunos cánceres gastrointestinales, en particular en el cáncer de colon, se abrió el camino de la investigación bromatológica en la cancerogénesis. Se ha demostrado que en los sujetos que ingieren una dieta rica en fibra no digerible y que tienen evacuaciones frecuentes, el cáncer de colon es excepcional; por el contrario, aquellos individuos que comen alimentos muy refinados, con poca fibra, y que tienen constipación, son más propensos a desarrollar cáncer de colon. También se ha observado que algunas dietas tienen relación con la mayor incidencia de ciertos cánceres; esto ocurre con las dietas ricas en carnes ahumadas, como las que se consumen en Islandia, en países nórdicos de la zona de Siberia y en Japón, donde el cáncer gástrico es muy frecuente. De lo anterior se deduce que la dieta es también un factor determinante en la génesis del cáncer gástrico.

Los hechos que se han mencionado tienen indudablemente valor científico, ya que han sido estudiados con todo el rigor del método experimental; pero su difusión al público lego ha permitido que los astutos embaucadores hayan comercializado estos conceptos estableciendo clínicas dietéticas que pretenden prevenir y curar el cáncer, simplonamente con lo que han llamado “sistema naturista”, donde se incluyen alimentos de origen vegetal, vitamina y abundante fibra no digerible. Si bien es cierto que estas dietas son sanas, adecuadas para la mayoría de los individuos y que verdaderamente evitan ciertas complicaciones, como la constipación o la hipercolesterolemia, no es posible afirmar que el solo tratamiento dietético sea preventivo, ni menos curativo, para la enfermedad neoplásica. Recordemos que la interacción entre los factores genéticos y los factores ambientales son los que en un momento dado permiten que se desarrolle el cáncer clínico. La dieta es un método auxiliar, pero nunca curativo; es verdad que pueden disminuirse los riesgos de la aparición de ciertas neoplasias malignas cambiando algunos hábitos sociales, como el tipo de alimentación, o el hábito de fumar, que tiene relación directa con el cáncer pulmonar.

Otra de las semiverdades que esgrimen los charlatanes científicos es que el paciente con cáncer desarrolla una respuesta inmune defectuosa que puede estimularse con vacunas o productos similares y así detener el crecimiento de neoplasias malignas. Desde principios de siglo, Ehrlich fabricó vacunas contra las neoplasias que probó de manera experimental en animales de laboratorio, pero que ahora se sabe que son ineficaces. En la actualidad se conocen numerosos métodos para estimular el aparato inmunológico que caen dentro del concepto de vacuna, pero además existen otros como el factor de transferencia, los interferones, las intereleucinas, el factor de necrosis tumoral y algunos más. 18

Basados en la información anterior, ciertos médicos y biólogos sin escrúpulos, medianamente informados del proceso inmunológico en el paciente con cáncer, han pretendido elaborar “vacunas” contra el cáncer, que ponen a la venta al público. Estos profesionales fabrican “vacunas” haciendo una especie de homogeneizado (licuado) de varios tumores malignos; el líquido obtenido lo inyectan a animales experimentales de los que obtienen semanas después un suero que pretende ser una vacuna contra “todos los cánceres” (polivalente). Este suero, que en general se envasa en condiciones sanitarias inadecuadas, lo aplican a pacientes con cáncer para “curarlos” y, lo que es peor, a sus familiares, a quienes se les dice que quedarán inmunes contra la enfermedad. Lo absurdo e inmoral de este procedimiento es evidente; no se trata de magia o charlatanería pura, es un método para adquirir notoriedad y con ello explotar al paciente.

Cuando un profesional de la medicina cargado de títulos y diplomas le asegura al angustiado paciente canceroso y a sus familiares que su “vacuna” lo curará del mal, los pobres enfermos no pueden dudar de la excelencia de su médico ni de lo eficaz del tratamiento. No contentos con engañar a los pacientes, algunos médicos han presentado sus supuestos “estudios experimentales de vacunación anticancerosa” en prestigiadas agrupaciones médicas y publicado sus resultados en revistas especializadas para embaucar también al gremio médico. 19.20 Debe recordarse al público lego que a pesar de numerosos esfuerzos e intentos para lograr una vacuna contra el cáncer en los centros de investigación más avanzados del mundo, esto no ha sido posible. Hasta la fecha todas las vacunas anticancerosas que se venden en el mercado son un fraude y representan un peligro para la salud.


El cáncer es una enfermedad de origen mental

Desde que se conoció la importancia de los procesos mentales en las reacciones biológicas del cuerpo humano dentro del capítulo de las enfermedades psicosomáticas, se ha pensado que la mente debe ejercer una influencia decisiva sobre la aparición y el curso de la mayor parte de las enfermedades humanas. El concepto de “stress” y el de la llamada “reacción general de adaptación”, que propuso Hans Selye hace casi 60 años, parecen confirmar la estrecha relación entre los estados psíquicos de alarma y los procesos puramente orgánicos o somáticos de la enfermedad. 21 La mayoría de los investigadores biomédicos negaron en forma sistemática tal relación, por considerar que no existían las bases científicas adecuadas para probarla, en particular, en relación al cáncer. Hasta hace pocos años nadie consideraba que la mente pudiera tener alguna participación de su génesis o evolución.

Algunos psicoanalistas llegaron a proponer que el cáncer era una somatización de conflictos, complejos de culpa y deseos de autocastigo no resueltos, hipótesis que ofrecía muy pocas probabilidades de encontrar algún apoyo experimental, y menos aún de demostrar algún efecto terapéutico. Muchos individuos oportunistas que tuvieron acceso a esta literatura psiquiátrica vieron una oportunidad de oro, y se dedicaron a elaborar “teorías” para explicar la génesis del cáncer y tratamientos mentales acordes con esos principios. Así surgió un número impresionante de pseudomédicos y charlatanes que pretendían curar el cáncer con métodos psicológicos de diversa índole, desde las técnicas psicoanalíticas puras, pasando por las hipnóticas, hasta las meramente de manipulación mágica.

Recientemente se demostró que en efecto existe una correlación indisoluble entre la esfera mental y la esfera somática. Es indudable que se ha integrado ya la especialidad conocida como psiconeuroinmunología, que estudia precisamente el efecto de las alteraciones mentales sobre el aparato inmune. 22 Desde hace mucho tiempo se había observado que hay personalidades o estados mentales que hacen más o menos susceptible al individuo a ciertos padecimientos. Quizá no existía la metodología adecuada para que en las épocas de Selye y sus colaboradores se demostrasen estos hechos en forma conveniente; sin embargo, en la actualidad es posible constatar que algunos estados mentales (depresión, angustia, etcétera), por medio de la estimulación y secreción neuroendocrina, pueden influir sobre la función de los diferentes componentes del aparato inmune. La inhibición de este sistema de defensa, o aparato inmunológico, facilita la aparición de algunos padecimientos, entre otros el cáncer; es ahora evidente que algunos factores psicológicos puedan influir como moduladores del curso de la enfermedad cancerosa. 23.24 No es de extrañar que esta información se haya usado a medias y falseada, así como ocurrió con las dietas y vitaminas, para postular la cura universal y mágica del cáncer. Una cosa es que el sujeto con cáncer presente alteraciones psicológicas, y que su tratamiento mejore las condiciones del paciente, y otra cosa muy diferente que el cáncer tenga un origen y un tratamiento exclusivamente psicológico. Aquí es donde la manipulación mercadotécnica y falaz hace caer a muchos incautos y los mantiene en tratamientos que no lograrán en forma alguna detener su enfermedad ni menos curarla.

En México existen por lo menos dos libros, publicados por autores que se ostentan como médicos, que pretenden venderle al sujeto canceroso la idea de que su enfermedad es psicosomática y que tiene cura. 24.25 Ni en los hospitales oncológicos ni en la literatura científica internacional se conoce algún caso curado con estos métodos y si, por el contrario, recibimos muchos sujetos que llegan tardíamente al tratamiento por haber recurrido por meses o años a estos engañosos métodos pseudocientíficos.


REFERENCIAS

11 Cameron, E. Y L. Pauling, Cancer and Vitamin C, Warner Books Inc. 1a. Ed., New York, 1981.
12 Creagan, E.T., Ch.G. MOERTEL, J.R. Fallon, A.J. Scutt, M.J. O’Connell, J. Rubin y S. Frytak, “Failure of Hogh-Dose Vitamin C (Ascorbic Acid) Therapy to Benefit Patients with Advanced Cancer”, New Engl. J. Med., vol 301, 1979, pp. 687-690.
13 Pauling, L. , “Vitamin C Therapy of Advanced Cancer”, New Engl. J. Med., vol 302, 1980, p. 694.
14 Moertel, Ch. G. y E.T. Creagen, “Vitamin C Therapy of Advanced Cancer”, New Engl. J. Med., vol 302, 1980, p. 694.
15 Rossman, M.L. y S.S. Brostoff, “Vitamin C for Cancer”, New Engl. J. Med., vol 302, 1980, p. 298-299.
16 Cameron, E., “Vitamin C for Cancer”, New Engl. J. Med., vol 302, 1980, p. 299.
17 Benítez Bribiesca, L., “El papel de la vitamina A en la prevención del cáncer”, Oncología, vol 1, 1986, pp. 28-32.
18 Luévano, E. y L. Benítez Bribiesca, “Inmunología y cáncer”, Rev. Med. del IMSS, vol. 24, 1986, pp. 299-313.
19 Curiel, J.J., “Etiología del cáncer”, Cirugía y cirujanos, vol. 51, núm. 4, 1983.
20 Curiel, J.J., “Avances de la inmunoterapia y prevención del cáncer”, Cirugía y cirujanos, vol. 51, núm. 5, 1983.
21 Guillemin, R., “A Personal Reminiscence of Hans Selye”, Lab. Invest., vol. 48, 1983, p. 367.
22 Riley, V., “Psichoneuroendocrine Influences on Inmunocompetence and Neoplasia”, Science, vol. 212, 1981, pp. 1100-1109.
23 Holden, C., “Cancer and the Mind: How are they Connected?”, Science, vol. 200, 1978, pp. 1363-1369.
24 Sklar, L.S. y H. Anisman, “Stress and Coping Factors Influence Tumor Growth”, Science, vol. 205, 1979, pp. 513-515.
25 Alvarez-Simó, C. “Cancerosos Anónimos”, El cáncer: enfermedad psicosomática, Ed. Costa-Amic, México, 1982.

Cuarta parte

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