lunes, septiembre 19, 2005

Apuesta

Cuando era niño le aposté a un amigo que los ángeles de la guarda eran eternos; él decía que no, que ni Dios era eterno, que hasta Él moriría, si no es que ya lo estaba y nosotros en la Tierra sin enterarnos. Una noche, decidido a demostrar mis afirmaciones ante mi escéptico amigo, le di tres cuchilladas por la espalda a mi protector. Perdí la apuesta y perdí a mi ángel; de lo primero no me lamento, pues el dinero que pagué fue poco y de lo segundo menos porque rápidamente varios ángeles de la guarda llenaron su solicitud para cuidarme, después de que mi antiguo guardián se fuera "sin razón aparente" como explicaba mi padre para encubrirme, tal y como ahora yo hago contigo... Por eso te comprendo, hijo mío; y no llores más que pronto tendrás un nuevo ángel de la guarda.



Apuesta II


Nel, no fue un accidente. Lo maté por ojete (ojete él y ojete yo, claro)

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