jueves, octubre 13, 2005

Amor y aflicción


Saberse indigno del amor del Todopoderoso es causa de dolor y sufrimiento.

Infinito tormento produce el saber que jamás seremos siquiera observados por el Ser Supremo. Terrible es darnos cuenta que nunca contaremos con su amor o su deprecio.

También trágico es ser merecedores de su aborrecimiento.

Pero sólo hay algo peor que su indiferencia o su odio: su amor.

Aquel mensajero celestial no era feliz a pesar de saberse poseedor del afecto del Eterno. No había goce en su corazón aun siendo una de las criaturas favoritas de la Suprema Majestad.

Y es que el amor del Altísimo no siempre resulta agradable o placentero.

Mil formas tiene de manifestarse el cariño del Señor.

En ocasiones es necesario aceptar la tortura para complacer a quien debemos nuestra existencia. La noche puede ser larga cuando con sus tenazas nos oprime el dueño del universo.

El tiempo parece detenerse cuando el Excelso nos cubre con su sombra.

***

Más de mil gemidos se escucharon antes del amanecer.

Incontables sollozos lanzó aquel en quien se deleitaba el habitante de las alturas.

Un millón de embates fueron necesarios para que la faena llegara a su fin...

El ángel se levantó del lecho y limpió sus lágrimas.

Una sensación de vacío le aprisionaba el alma.

Sabía perfectamente que el dolor -físico y moral- lo acompañaría por mucho tiempo...

Sin pensarlo dos veces, comenzó nuevamente la búsqueda.

No ignoraba que, mientras no encontrara una hembra adecuada, el Omnipotente continuaría acudiendo a él por las noches...

***

Después de una intensa búsqueda, se acercó a una buena candidata.

¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo: Bendita tú entre las mujeres...

Aquellas palabras turbaron a la joven que de pasar las pruebas preliminares permitiría un merecido descanso al mensajero del Señor.

¡Has hallado gracia cerca de Dios! -A la mujer en la que tenía puestas sus esperanzas exclamó el ángel sodomizado...

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